Según la Organización Mundial del Ictus, hasta el 90 % de todos los ictus podría evitarse teniendo en cuenta unos pocos factores de riesgo.
En gran medida, si controlamos los factores que dañan las arterias o si, junto con el médico, controlamos los demás factores de riesgo que podrían provocar la formación de coágulos de sangre, podemos evitar sufrir un ictus.
Peso corporal
A menudo, tener sobrepeso significa tener niveles demasiado altos de azúcar o colesterol en la sangre.
Por ejemplo, cada vez que alguien come algo con un alto contenido de azúcar refinado, la cantidad de azúcar en su torrente sanguíneo aumenta de forma brusca. Eso hace que se active un receptor que transporta el azúcar desde la sangre hasta las células, donde se puede utilizar como energía. Si eso sucede demasiado a menudo debido a un estilo de vida y unos hábitos alimenticios poco saludables, ese receptor comienza a funcionar mal, lo que hace que se transporte menos azúcar a las células y haya más azúcar circulando en la sangre.
Es algo así como jugar con un interruptor de la luz. Si el interruptor se enciende y se apaga continuamente durante mucho tiempo, puede dejar de funcionar. En el cuerpo, el mal funcionamiento de ese interruptor se llama diabetes tipo 2. Eso no es bueno porque, con el tiempo, el exceso de azúcar en la sangre comienza a dañar las arterias y otros órganos, lo que podría causar enfermedad arterial y, a la larga, provocar cardiopatía e ictus.
