Según la Organización Mundial del Ictus, hasta el 90 % de todos los ictus podría evitarse teniendo en cuenta unos pocos factores de riesgo.
En gran medida, si controlamos los factores que dañan las arterias o si, junto con el médico, controlamos los demás factores de riesgo que podrían provocar la formación de coágulos de sangre, podemos evitar sufrir un ictus.
Colesterol
El colesterol es una sustancia cerosa. No es “malo” de por sí. De hecho, el cuerpo lo necesita para la formación de las células. Sin embargo, demasiado colesterol puede ser un problema.
Cuando las arterias sufren daños a causa de presión arterial alta, niveles altos de azúcar en la sangre o el hábito de fumar, por dar algunos ejemplos, el cuerpo intenta reparar las arterias dañadas utilizando colesterol. Si eso ocurre demasiado a menudo o los niveles de colesterol son demasiado altos, se podría formar un depósito grueso y duro en el interior de las arterias. Eso puede estrechar las arterias y quitarles flexibilidad. Puede suceder que un trozo de ese material depositado se desprenda y obstruya una arteria del cerebro, provocando un ictus. También puede ocurrir que, si el problema que ha causado el daño en las arterias persiste, la arteria se vuelva tan estrecha que la sangre no pueda circular por ella.
